lunes, 30 de abril de 2007

ARCANA ANTIQVA IN LUDIS SAGUNTINIS 2007

Aquí,  muchísimas fotos de todos los que han colaborado en el Taller de Escritura y los Ludi Saguntini. Y para quitarse el mal humor de los exámenes que se avecinan, podéis contemplar imágenes de las Medeas, Pitias.


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ARCANA ANTIQUA. TALLER MAGIA Y ADIVINACIÓN. JORNADAS DE SAGUNTO 2007


 Una de nuestras Medeas del IES "Francesc Ferrer i Guàrdia" de Valencia se enfrenta a un siniestro espíritu de la Nyx Arcana.

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domingo, 29 de abril de 2007

TALLER ESCRITURA ANTIGUA INCIPITI TITIVILLUS. JORNADAS DE SAGUNTO 2007

Quiero agradecer a mis alumnas y alumnos, de primero y segundo de bachillerato del IES "Francesc Ferrer i Guàrdia" , su colaboración en este primer día de Taller de Escritura y Magia sin la que no hubiera sido posible atender al gran número de inscritos. 
A Medea y su espíritu  deus ex machina, a la Pitia y sus acompañantes y a quienes se encargaron de la música y el sonido espero verlas de nuevo sobre un escenario en el Día del Libro de nuestro Centro.

jueves, 5 de abril de 2007

VIAJE A GRECIA IES FRANCESC FERRER I GUÀRDIA: ARQUITECTURA GRIEGA

Nuestro compañero del Epla, Germán, el Nuevo Héroe, Miles Gloriosus Germanicus, nos legó hace unas meses una bonita presentación sobre arquitectura griega que os puede servir para el Viaje.
Aprovecho para enviarle un saludo allí donde se encuentre.

miércoles, 4 de abril de 2007

LA VUELTA A LAS PANTALLAS DEL HÉROE DIURNO. MERCEDES MADRID.

En un reciente articulo sobre héroes y monstruos (revista “Saguntina” 2007) hablábamos de la proliferación en nuestras pantallas (el formato que en la sociedad actual ha adoptado el mundo mítico) de héroes cada vez más oscuros e inquietantes y concluíamos así: “ … si la sociedad occidental se deja vencer por el miedo y se empeña en dar la batalla al terrorismo en su mismo terreno y con sus mismas armas, hay que concluir que los monstruos han vuelto y la convivencia y legalidad democrática han quedado indefensas porque los encargados de defenderla, sus héroes, se han contagiado, se han pasado al lado oscuro y se han convertido también en monstruos”

No he podido dejar de asociar esta conclusión con el artículo “Guerreros sin causa” firmado por el ex-guerrillero salvadoreño Joaquin Villalobos (El País, 17-IV 2007) y con la película Shooter: el tirador (A.Fuqua, 2007) que se proyecta en estos momentos en las pantallas de nuestros cines.

En el artículo mencionado, J.Villalobos se refiere a la vergüenza experimentada en Gran Bretaña por el comportamiento tan poco heroico de los 15 marinos británicos capturados por Irán y liberados como un “regalo”, después de haber sido instrumentalizados políticamente. Contrariamente a lo que pueda parecer, el autor no atribuye el comportamiento de estos marinos a una falta de valor o patriotismo sino que ve en ello una señal de lo que ocurre cuando los militares no ven razón para el sacrificio. Lo argumenta afirmando que las guerras se ganan haciendo muertos, pero sobre todo cuando se logra quebrar “la voluntad de combate del enemigo, lo que implica que lo central es el campo moral y no necesariamente la destrucción física del contrario”, una afirmación que suscribiría en su totalidad cualquier general griego de la antigüedad y sin la que no se entienden gestas tan de actualidad como la de Leónidas en las Termópilas.

Considera Villalobos que en el actual conflicto de Irak el ejército norteamericano y sus aliados no saben cómo pelear y menos cómo ganar una guerra contra un enemigo invisible, fragmentado y fanatizado que se reproduce constantemente gracias a que goza de una extensa base social. El gran problema para el presidente Bush es que la sociedad norteamericana y sus tropas empiezan a presentar síntomas de colapso moral, y no por falta de patriotismo o cobardía, sino porque cualquier sociedad “pierde disposición para guerrear y sacrificarse si no existe una sólida justificación moral”, ya que entonces “se vuelve más racional y la vida humana alcanza su justo valor”. Y esa justificación moral faltó para la invasión de Irak y de ahí que el ejercito norteamericano y sus aliados no hayan sido capaces “de interactuar con el entorno social, cultural y político de su teatro de operaciones. Sólo así habrían podido aislar al enemigo, sólo así habrían sabido cómo hacer sentir que su presencia es protección y no una amenaza, y sólo así habrían podido sentirse dueños de una causa por la que valdría la pena ser héroes”

La película Shooter se podría considerar una continuación de este artículo (sobre todo, cuando al final se conoce la naturaleza de la operación bélica del inicio), y también en ella se trata, a mi entender, de la conexión entre heroísmo, moralidad y patriotismo. Algunos críticos han visto en esta película un trasunto del cine de género utilizado, al estilo de los años 70, como vehículo para cuestionar la falta total de moralidad y el cinismo de la política de los neocons norteamericanos. Efectivamente estamos ante una puesta al día del héroe épico, construido a partir del esquema del Far West, con un toque de un Rambo urbano y menos cargado de testosterona. El protagonista cumple con todas las exigencias del héroe mítico: solitario y marginal (a la vuelta de la guerra vive sin familia, en un lugar aislado de todo contacto humano, es decir, en los márgenes de la sociedad respondiendo así a la incapacidad de los héroes para llevar una vida en sociedad como la del resto de los mortales), no hay mujeres en su vida ni el amor entra en su horizonte vital (a pesar de la concesión que supone la última escena), es de un individualismo feroz (lo que no le impide, en la mejor tradición mítica, buscar un compañero como ayudante, que sirve de contrapunto a su figura heroica), es atractivo, valiente, astuto y hábil, y cumple a la perfección la condición sine qua non de todo héroe que se precie: coronar con éxito todas sus hazañas. En su caso no es una maza, ni una espada, ni un colt 45 el arma que prolonga y define su heroísmo, sino un rifle dotado con todo tipo de sensores y teleobjetivos en el que por su habilidad y sangre fría no tiene rival. El mundo en que se mueve es totalmente masculino (no hay ningún personaje femenino, por ej., entre los policías, aunque sólo fuera por mantener la sacrosanta cuota de lo políticamente correcto) y la única mujer que aparece es la chica, que sirve a la tradicional función femenina de ayuda al héroe para que pueda escapar y llevar adelante su misión. Sus hazañas son excepcionales y, como los trabajos de Heracles, cada vez más increíbles (potenciadas, por otra parte, al máximo por la espectacularidad de la pirotecnia de los efectos especiales), incluida la secuencia de la salvación de la chica en la mejor tradición de Perseo y el monstruo. Por último, su móvil no es la búsqueda de la gloria (hace ya demasiado tiempo que la sociedad occidental perdió la inocencia), sino en un primer momento, la lucha por la propia supervivencia, y el deseo de un desquite que en el transcurso de la película se va tiñendo defensa del honor y de “ética personal que es la única forma fiable de eso que antes se llamaba patriotismo” (crítica de J.C en El País, 13-IV-2007).
En cuanto al monstruo, no puede ser más repulsivo y amenazador, aunque de una actualidad rabiosa. Todos conocemos ya el gusto del cine norteamericano por las teorías conspirativas, y, en otros tiempos, el personaje del senador habría rechinado y habría parecido que al guionista se le había ido la mano y que había cargado demasiado las tintas, pero, en este caso, yo, al menos, no pude evitar el escalofrío ante la verosimilitud de ese siniestro senador, cabeza visible de un cáncer que puede corromper y acabar con todo lo que de bueno e insustituible tiene el sistema democrático.
No sé si el personaje de Bob Lee Swagger supone un cambio de tendencia y estamos ante una vuelta del héroe diurno, íntegro e inmune a la maldad del montruo con el que está, como todo héroe, abocado a luchar para defender el bien y restaurar el orden. En cualquier caso, bienvenido sea este héroe melancólico y solitario al que yo, personalmente, agradezco salir del cine con la satisfacción de que, al menos, en la ficción, el bueno gana y los malos reciben su merecido, en vez de esa inquietud y desasosiego que los héroes oscuros siempre me dejan.